viernes, 3 de octubre de 2008

El Arca y los perecletas, el lado oscuro del esfuerzo

Castigados por el O'cebreiro pero descansados, amanecimos en Triacastela con intención de llegar a la que sería la penúltima etapa de nuestra gesta.

Después de consultar con nuestro Oráculo de perfiles de etapa 'Cocogrino', con el que estábamos 'algo recelosos' pues nos intentaba confundir para que pensáramos que lo que se nos avecinaba era como un paseo, esta vez nos aseguró que sólo podíamos preocuparnos por un pequeño puerto muy parecido al último que pasamos al final de la etapa anterior 'el alto del poio', que posiblemente no nos diera mucha guerra.




Una bajada bastante larga y con mucha bruma acabó en el Monasterio de Samos, entramos en su iglesia en la que estaban ofreciendo el culto, todo ese olor a incienso nos inundó y nos quedamos un rato observando la gran iglesia , ese momento en el que cantan y hace que te proyecte a algún sitio lleno de paz.



Continuamos y tras un rato miramos que el cielo, bastante lleno de nubes, se revolvía dándonos a entender que quería descargar todo lo que tenía acumulado. Ya estábamos prevenidos, habíamos cubierto muy bien nuestros equipajes y llevábamos nuestras capas de agua ... especiales para soportar cualquier temporal, o eso creíamos. Los pequeños pueblos se sucedían y ya se empezaba a oler la lluvia que era inminente, no teníamos miedo, de hecho paramos en la entrada de Frollais ... nos hizo mucha gracia ... pues fue esta parada la que nos nos distrajo lo suficiente




para que justo en la siguiente bajada comenzara a llover como jamas había visto antes, nuestras magníficas capas paraban el chaparrón pero ... si ni siquiera veíamos las líneas de la carretera!!! teníamos que parar. Con gritos entre nosotros casi ahogados por el ruido ensordecedor del agua,convenimos en meternos en un caserón semiderruído junto a la carretera, estaba cerrado pero tenía una entrada con columnas que nos podía valer. Vaya sitio, una especie de portal en el que no cabíamos casi, con goteras, zarzas, bichos y muchísima agua por todos los sitios. Los minutos pasan, parece que no para ... otro bicigrino que baja por la carretera nos ve y decide unirse, casi no entramos. Nos cuenta que es italiano que viene desde Sevilla y que lleva un mes por todo tipo de sitios, ha pinchado muchas veces, que está muy cansado pero que ya queda poco. Ya pasa más de una hora y no deja de llover con casi la misma intensidad y llueve y llueve ... no podíamos dar crédito, la carretera parecía un río negro del que salían mechones blancos del agua cuando golpea con esa fuerza. Seguíamos sin ver las lineas de la carretera ... no acaba .... y el arca (la de Noé) no aparece. Un ciclista pasa por la carretera lentamente, chorreando agua , y otro ... estos paran y parece que esperan ... de repente una gran furgoneta como si de una nave salvadora abre sus puertas y les recoje, desaparece. Nos miramos con nuestros rostros colorados del frío y no entendemos nada (algo que más adelante comprenderíamos ).


Cerca ya de nuestro destino y bromeando sobre nuestro estado después de pasar lo que pasamos con tanta agua y la pequeña tregua que nos había dado un respiro de las nubes tomé el relevo a Llamagrino para posicionarme en la cabeza del avance, cuando de repente junto a mí pasan rápidamente uno, dos y tres ciclistas, eran los del arca los de la furgoneta. No doy crédito y sólo con una mirada a mis compañeros apresuramos la marcha para darles 'caza' y demostrarles de qué madera estábamos hechos ... esos eran los 'perecletas'.





Nosotros nos autoproclamamos ' bicigrinos', somos peregrinos montados en bicicletas cargadas con nuestros enseres en alforjas, estas, hacen que la marcha se ralentice y haga la conducción más delicada y poniendo mas cuidado en nuestros movimientos, 10kg de alforja son muchos kilos.

Existen otro grupo de peregrinos llamados los 'perecletas' que si bien hacen como nosotros el camino en bicicleta, no llevan alforjas ni pertenencias todo eso lo lleva un vehículo que hace las veces 'mula' y de avituallamiento cuando se necesita, así ellos van totalmente libres de carga. ¿Podéis decirme quien de entre ellos o nosotros tiene más mérito?.

Les adivinamos allá a lo lejos y nosotros seguimos a nuestro ritmo constante y firme. Vemos pasar su 'nave', se paran, no pueden hacer tantos kilómetros seguidos. Según nos acercamos a ellos se nos dibuja una sonrisa en nuestras caras antes castigadas por el esfuerzo. Con gran satisfacción los sobrepasamos y seguimos decididos a acabar antes de que intenten cogernos otra vez.

Ya llegamos a Melide. Nos fijamos en un grupo de danza gallega en la plaza del ayuntamiento, como si supieran que debían empezar a bailar exactamente cuando llegamos, comienzan su baile, mueven sus largas y pesadas faldas al unísono y asemejan vistosas flores blancas que abren y cierran sus pétalos blanco a gran velocidad .




Atravesamos el pueblo y al final está el ansiado albergue. Miramos al cielo. amenaza con tormenta otra vez, ya da igual, hemos llegado ... y sin Arca.

(Descanso en Melide con Barrantes y Pulpo... riquiiiiisimo bicigrinos)

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